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Mi manzano tiene ya sombra y pájaros. ¡Qué brinco da mi sueño de la luna al viento! Mi manzano
Cuando sale la luna se pierden las campanas y aparecen las sendas impenetrables. Cuando sale la luna,
En lo alto de aquel monte hay un arbolillo verde. Pastor que vas, pastor que vienes. Olivares soñolientos
El campo de olivos se abre y se cierra como un abanico. Sobre el olivar
Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes
La señorita del abanico, va por el puente del fresco río. Los caballeros
Naranja y limón. ¡Ay de la niña del mal amor! Limón y naranja. ¡Ay de la niña,
Sobre el monte pelado un calvario. Agua clara y olivos centenarios. Por las callejas
Altas torres. Largos ríos. Hada Toma el anillo de bodas que llevaron tus abuelos.
Alta va la luna. Bajo corre el viento. (Mis largas miradas, exploran el cielo.) Luna sobre el agua.
Duérmete, niñito mío, que tu madre no está en casa; que se la llevó la Virgen de compañera a su casa.
La primera vez no te conocí. La segunda, sí. Dime si el aire te lo dice.
Los arqueros oscuros a Sevilla se acercan. Guadalquivir abierto. Anchos sombreros grises, largas capas lentas.
Caña de voz y gesto, una vez y otra vez tiembla sin esperanza en el aire de ayer. La niña suspirando
Bajo el naranjo, lava pañales de algodón. Tiene verdes los ojos y violeta la voz. ¡Ay, amor,