Cargando...

Soledad

Quién dijo que el amor eterno dura para siempre,
mientras se desliza entre tus piernas con otro corazón,
tantas lágrimas crecieron
el río que no mojaba para mi,
lo que fue, lo que que es, lo que ya no será.
Este es mi último quizás.
Y amarte tanto, amarte menos,
ya no importa más.
Todo lo que hicimos fue para llegar
al punto del nunca más,
tantas veces llegaron olas que
no conocieron el mar,
y ahora que no estás tocas
a la puerta buscando alguien
que no abrirá.

Otras obras de Erik M. González...



Top