Enrique González Rojo

Mi vocación

Me aproximé a la sed, hasta el secreto,
hasta el atril altísono del vino.
Me descubrí sin fin en un camino
donde el placer se vuelve mi amuleto.
 
Incliné la cabeza en un abeto.
Torné la vista hacia el confín endrino.
Me decidí a escribir lo clandestino,
lo que huele a caverna, lo discreto.
 
Y aquí está mi cantar y mi palabra,
la ebriedad de mi página que labra
las luces en que anúdase el impulso.
 
Mi pobre yo, mi voz que perfecciono,
recorre con dolor tono tras tono
la sucia excelsitud que hay en mi pulso.

(1999)

#Mexicanos De de exigencias las violante

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