#Camagüeyanos #Cubanos #SigloXX
¿Adónde vas, Tardecita, tarde de curvas alegres, vestida de sol y brisa con anchos vuelos de música? ¿Adónde, adónde vas, Tarde?
Descalza en el umbral de la mañana naces de un fondo de amapolas rota… y de ti misma convertida brotas en geranio, en naranja y en manzan… La dulcísima brisa una ventana
Ponte frenillo’ en los hombros, mulata, y en el ombligo. Vas a volar en la rumba. ¡Te voy a empinar, te digo! Abre el chal
Se apagaron de pronto las campanas… enmudecieron hoscos los balcones y se espantó la luz en brusco vuel… Tendí con la mirada luz sobre los caminos.
Yo, con las piernas tullidas. (El día —Mercurio de sol y prisa— corre en sus alas de nickel.) Yo, con las manos inútiles,
¿Por qué, María, no subes A los claustros celestiales? ¿Te quedas con los mortales Celadora de las nubes? En un coro de querubes
Un solitario espejo, un dios caído… una máscara presa en su agonía; una paloma de melancolía. (En la pared un lábaro vencido.) ¿Quién pone esa tiniebla en mi gem…
A la orilla de tu voz —agua, sueño, transparencia— asomarme. Verme puro—verdadero— en temblar de ramajes
Llévame por donde quieras, viento de la luz de junio, —remolino de lo eterno. ¿A dónde? Si ya he ido, si ya vuelvo.
¿De dónde vienes, Señora, Con la ropa tan mojada? ¡Saliste sin ser notada Y regresas con la aurora! Bajo el manto seductora,
Deja que en el soneto me consuma igual que el Ave Fénix en la llam… El humo, hermano errante de la bru… dará al cielo noticia de mi drama. Deja que la resina que rezuma
¡Ah, cuándo vendrás, cuándo, hora… entre todas, dulzura de mi encía, en que me harte tu presencia. Enví… reflejo, resplandor al miserable! En tanto que no acudas con tu sabl…
Apaga, Muerte, esta indecisa llam… de aletear tembloroso de falena y pon sobre mi frente al fin seren… la luz tranquila y la desnuda rama… Que si yo ardí, querer que se derr…
Toma lección del pez o de la piedr… abre el pecho al silencio de María… tu sol desciende, se consuma el dí… tu palabra debajo de la hiedra. La espada, huésped sorda del latid…
No lloréis más, delfines de la fue… sobre la taza gris de piedra vieja… No mojéis más del musgo la madeja oscura, verdinegra y persistente. Haced de cauda y cauda sonriente