Propias Acciones
En el vasto universo de las palabras,
donde los sentimientos se tornan tangibles,
surge la pregunta que inquieta tu alma:
“¿Cómo arreglo lo que nunca rompí?”
Mira dentro de ti, alma viajera,
en la profundidad de tu ser reside la respuesta.
Tal vez no fuiste tú quien lo quebrantó,
pero el dolor ajeno te pesa en el corazón.
Como el río que fluye sin cesar,
la vida sigue su curso sin pedir permiso.
No todo lo que encuentra a su paso
puede ser reparado por tus manos.
Aprende a soltar lo que no te pertenece,
a sanar las heridas que no son tuyas.
Tu energía es valiosa, no la malgastes
en intentar arreglar lo irreparable.
En cambio, dedica tu tiempo y amor
a cultivar tu propio jardín interior.
Riega tus sueños, alimenta tus esperanzas,
y verás cómo crece una flor llamada paz.
Recuerda, querido ser, que cada uno
es responsable de sus propias acciones.
Si no rompiste nada, no cargues con culpas,
sino más bien, brinda apoyo y comprensión.
Así como el sol ilumina el mundo,
tú también puedes ser luz en la oscuridad.
No para arreglar lo que otros destruyeron,
sino para guiar a los perdidos hacia su propia reparación.
