La literatura como felicidad
Les he dicho:
abrid un libro como quien abre una ventana,
como quien hunde las manos en un río
o camina descalzo sobre la hierba.
Dejad que las palabras os hablen,
que os lleven más allá de los muros,
que os den un país sin fronteras,
una patria hecha de tinta y de asombro.
He enseñado que leer
es más que seguir el rastro de letras,
es sentir que el tiempo se quiebra
y que el alma se ensancha en las páginas.
Que un verso puede ser abrigo,
que un cuento puede ser brújula,
que hay novelas donde laten corazones
y ensayos que encienden la mente
como una lámpara en la niebla.
Les he dicho:
amad los libros como se ama un atardecer,
como se ama el murmullo del mar,
como se ama la vida cuando nos da su belleza
sin pedir nada a cambio.
Porque en la literatura hay un refugio,
un destello, una voz,
y al encontrarla,
uno aprende que leer
es una forma de ser feliz.
«He enseñado a mis estudiantes a que quieran la literatura, a que vean en la literatura una forma de felicidad»
El autor, en el artículo «La poesía», presenta la necesidad que siente al leer poesía. Borges fue profesor de literatura inglesa en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza, de la Universidad Católica y, años más tarde, fue director y profesor del Instituto de Literatura Alemana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. A veces pedía a los alumnos que leyeran los poemas en voz alta y comentaba, estrofa por estrofa, los aspectos y las inquietudes que provocaban cada poema. En 1966, un grupo de alumnos grabó uno de sus cursos, que aparece recogido y publicado en el libro Borges profesor, publicado por Lumen en España.
