La luna en su lecho frío despierta en luces de armiño, tejió la sombra un cariño con hilos de oro y rocío. El alba, con tierno brío,
Te amé en cada grieta, en cada borde donde parecías desva… Eras el filo del aire, una herida que no cerraba. Recuerdo aquel gorrión,
Había una vaca llamada Melodía, Que soñaba con ser una gran estrel… En vez de rumiar, ella cantaba día… Pensando que su voz era una maravi… Practicaba sus mugidos con esmero,
En la piel del mundo, en la luz de… se encuentra la hispanidad, un sen… Tierra de colores, de raíz y pasió… donde la historia habla con el alm… Desde los Andes hasta el mar Cari…
Enamorarse es culto sin razones, ofrenda ciega a un dios de barro y… es alzar un altar sobre el vacío y darle fe a un altar de ilusiones… Es confiar en sus frágiles visione…
Cuando ese haz de vida al mundo ll… Todo parece iluminarse y brillar, Pues su presencia pura, sin mancha… Un sendero de gozo que nos ha de g… Ese rostro sereno, cual lirio neva…
Somos mar, lluvia y rocío, en el campo florecido, nuestro amor es el latido, de un paisaje en su albedrío. En el río, un canto pío,
La vida nunca avisa su jugada, te tienta con su miel y su embeles… mas luego te golpea sin receso, dejándote la risa amortajada. Se esconde en la ilusión bien disf…
Esperando tu llegada, el tiempo pa… Lento, cual sombra que se alarga a… Y en mi alma un profundo anhelo cr… Que nada puede calmar, nada consol… Ansío el momento de verte llegar,
Mamá, el campo Huele a tierra húmeda, A hierba recién cortada, A flores silvestres. Mamá, el campo
En el jardín de mis sueños, las rosas florecen vivas, y aunque las penas esquivas, se ocultan tras sus leños. Sus pétalos son pequeños
Busco una ribera clara, Donde el agua fluya serena, Un oasis que calme la sed, Y que ilumine mi alma en pena. Un río de cristal puro,
Si tan sólo tuviera el control de… Lo mantendría a salvo de todo sufr… Lo resguardaría de las flechas del… Para evitar que se vea consumido p… Encerraría este corazón en una for…
Hay un grito en la herida, un eco en la piel del lenguaje. Cada palabra se arrastra, se pliega en su propio silencio, se astilla en los bordes de un mun…
Nietzsche fue lo que pensó, un abismo palpitante, una llama delirante que en sí misma se abrasó. Fue martillo en su razón,