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Dar sin Pedir Nada

Samaritano o Posadero,
tú que das cobijo y pan,
al viajero sin rumbo fijo,
al peregrino sin hogar.
 
Tus puertas siempre abiertas,
tu mesa siempre dispuesta,
a recibir al forastero,
sin preguntar su procedencia.
 
Con tu sonrisa sincera,
y tu voz llena de calma,
brindas consuelo y esperanza,
desde el fondo de tu alma.
 
Tu corazón es una posada,
donde el amor siempre habita,
donde el cansancio se olvida,
y el alma descansa en paz.
 
Samaritano o Posadero,
tú que das sin pedir nada,
eres un faro en la oscuridad,
un ángel en el camino.
 
Que la vida te bendiga,
con su mano generosa,
pues con tu bondad infinita,
das lo mejor de ti mismo.
 
Samaritano o Posadero,
gracias por tu noble labor,
por ser el refugio y el puerto,
del viajero sin rumbo y amor.

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