Cuando el alma está herida,
aparece el calor del buen amigo,
la sombra compartida,
el lazo fiel que abriga
cuando todo parece estar ya perdido.
No hay oro que se iguale
al abrazo sincero en la tormenta.
El tiempo nunca vale
más que quien te sustenta
cuando el mundo a tu espalda se presenta.
En risas y en dolores
se forjan los caminos del cariño.
Con luz entre temores,
la amistad, como un niño,
florece en los más puros interiores.