POESÍA JAPONESA
Aletea la mariposa anunciando la primavera se posa en mi nariz mis ojos bizquean mirándola. Cuantos colores en mi ventana,
Miro la luna, hoy se muestra redonda blanca, sonriente El agua acuna el torrente del río
La arena sedosa recoge el tributo de la mar una solitaria concha que esconde todos los océanos toda la música de los marineros
Al fin del mundo iría y corriendo por ti si lo dijeses, más... ¡duelen los pies!
Cuerpos latiendo al compás del ritmo de unas caderas endemoniadas. Besos dados con el ansía del que está en un desierto sin ag…
Este amor que llevo dentro nació fuerte, vigoroso apasionado, romántico nació del alma hacia la piel nació perfecto.
Mi cabeza protesta por el dolor, el viento aúlla esta noche, acompañando mi duelo, el pecho quiere salirse,
Aquellas manos etéreas querían tocarme, pero no podían, yo, estaba lejos, muy lejos. Al otro lado del horizonte
El cielo rojizo va entrando en el alma de mis deseos, recuerdos de ocasos de mar, de rayos de sol iluminando tú ruborizada mejilla.
Lúgubre domingo, horas de insomnio Mis queridísimas sombras, Vivo con ellas, incontables, Pequeñas flores blancas,
Amanece y estás ahí bajo la luz del crepúsculo entre sábanas blancas. ¡Que sentimientos escondidos laten en mis sentidos!
Me muerde con rabia, odio esta memoria que me está matando, sangran recuerdos, entre paredes sucias.
Tengo los ojos del león soy grande poderosa un ser invencible; tengo una capa que me protege.
Veneno en la sangre me corre como un caballo por las venas, tú me diste esa condena, tú me diste esta maldición y te fuiste.
Hay un ser cuyo cuerpo retorcido como ramas nudosas de un árbol viejo, y su cara tan horrible