poesía japonesa
Eres el dolor en mi alegria la punta de tu lengua tiene espina… aún así no me importa sangrar si te puedo besar como demente tu mirada fría me calienta.
Se van los años tejiendo sus días han dejado retazos de recuerdos en esta alma mía.
Sintió la sangre correr abrasadora… como un sendero liquido haciendo que se quemara que la locura del deseo se desatar… Gemidos en un dormitorio
Hay un hueco en mi corazón cuando te miro, mi musa, beso tu alma, abrazo tu vida, soy tu poetisa, mi niña. Yo no soy pintora ni poetisa,
Gotitas de agua el martín se sacude. Ha pescado hoy. En el crepúsculo el tigre observa humanos.
Día otoñal caen las hojas ocres. Se oye ladrar. Se ríe el niño arrancando las flores.
Arrancarme la piel a tiras sentirme morir día a día no distinguir el alba del crepúscu… dentelladas en el corazón venas largas saliendo sangre a bor…
Si levitamos al mismo tiempo vida alcanzaremos el éxtasis sublime del ardor más demente
Te miro en la palma de mi mano reflejos en las líneas me dicen que ya no estás Solo quiero contigo estar se ve a través de la ventana
Cuando la oscura noche parezca no… recuérdame entre la oscuridad y la luna escondida. Te quiero tanto, tanto no puedo decir las veces
En los riachuelos dejé mi alma nadar, ¡Incierto viaje! Casas pintadas reflejos en la mar,
La luz de la luna ilumina tu cuerpo de espaldas miré con absoluta ansía de tenerte de poseer cada centímetro tuyo esas piernas fuertes
Alboradas de piernas enredadas, en sábanas húmedas sábanas gastadas, con promesas y deseos de te quieros y frenesí.
Espero tu llamada mil días sentada con veinte teléfonos esperando que suene alguno. Mis piernas dormidas
Desnuda, tuya ay amor! vida mía éxtasis besos