Morgan Perez

SIN UN ADIÓS

Tenía 4 años, e iba como siempre al jardín inicial, con mi guardapolvo gris, que a veces me servía de capa y me creía Superman dando vueltas (volando) por el aula o el patio del centro educativo, tenía 4 años, y apenas si entendía la noción del tiempo, de la historia, en fin de la realidad misma; mi mundo era aquel que llevaba de mi mente a la realidad, siendo un superhéroe por momentos o en otros un explorador que se “perdía” en alguno de los patios y rincones de la vieja casona donde vivía, teniendo de cómplices a alguno que otro hijo de algún vecino de aquel inmenso caserón.
Tenía 4 años, y los deberes eran simples, levantarse y lavarse la cara, comer todo lo que servían en la mesa y hacer la tarea, para luego poder descansar, jugar y dormir, todo era más simple y no había nada mas en que pensar.
Entonces llego un día cuando estaba regresando del jardín, de la mano de mi madre, apenas la distancia era de unas calles hasta la casona, en esos instantes vi como un viejo Datsun que fungía de taxi se llevaba a mi abuela, ella nunca se iría sin despedirse, me solté de la mano de mi madre, y fui corriendo tras el auto que partía raudo; sin embargo tropecé y me reventé las rodillas contra el pavimento así como la cara; mi madre me sostuvo y me abrazo, yo solamente veía la sangre en mis manos rasmilladas y en mis rodillas abiertas, me quede llorando mirando como a lo lejos se perdía aquel auto.
Entonces mi mamá me miro a los ojos y me empezó a llamar por mi nombre; cuando me di cuenta me desperté de lo que había sido un sueño, era una maldita pesadilla, pero mis lágrimas habían mojado la almohada, mi madre estaba haciéndome despertar e hizo que me calmara, cuando le conté el sueño me dijo que solo era eso y que de mañana iríamos a ver a la abuela; pero ella ya no estaba con nosotros, había fallecido esa madrugada.
Nunca me despedí de la abuelita, la hermosa viejita que me había acunado y me había arrullado tantas veces, que me defendía contra la barbarie de mis padres; obviamente para mí era una barbarie que me hicieran hacer tarea de mas, y ella me llevaba a su habitación, ahí donde me acomodaba en el mejor lugar y me preparaba un delicioso manjar antes de abrigarme y dejarme dormir a su lado.
Fue la primera vez que tuve un sueño tan vívido; pero no sería la última….

DIARIO DE MARAT

Morgan Perez

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