Lista de deseos
Tengo una lista de deseos. Hubiera querido, y aún quiero, tomarte de la mano, soñar que construimos un rompecabezas con los pétalos de alguna flor azul, volar en un unicornio de colores hasta donde nos alcance la respiración, sembrar girasoles y promesas en la madre tierra y asegurar nuestro futuro, como quien escribe sus memorias con sangre y muere de pie.
Hubiera querido, y aún quiero, realizar todas aquellas tonterías que uno dice de pura emoción: los chocolates, los viajes, la comida, el cine, los..., puras cosas que me hacían creer que iba ganando la batalla, pero tú ni enterado que te miraba como quien ve el cielo o la luna, y muere por una respuesta. Y como hacerlo y si no eh tenido el gusto de verte a los ojos y ni siquiera conocerte. Que absurda soy.
Tengo en mis manos un puñado de ilusiones, las suficientes para decirte que sí; porque como buen conejillo de Indias del mal de amores, reservo algún par de espacios para las heridas que vengan. Sabes? Hace unos días, deseé olvidarte, y aquel día llovió. Tampoco soy buena para entender qué quiere decirme el cielo, no sé si fue tristeza o fue su forma de decir adiós antes de tiempo.
Quiero creer que te empiezo a olvidar aunque nuestra historia recién comenzaba, y tuve que borrar todas aquellas cosas que me hubieran gustado detallar aquí. Quiero creer que tampoco soy de ti y que ni enterado estás de esta distancia que he tomado.
Sencillamente, sería mejor que no sepas nada, mientras solo me queda olvidar lo que yo creí era mi mayor deseo: tú.
