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Clara Lecuona Varela

La tormenta como un dios

Una tormenta
es siempre inspiradora
sobre todo
si las luces
iluminan las ventanas
y los árboles se mueven
como un dios frenético.
 
Pero qué sabe
del baile de mi cuerpo
qué presiente maldito
del otro lado de la ventana.
Acaso conoce
el deseo racional de ungir
su boca con mi boca
serpiente de lengua azul
y le pregunto,
qué sabes sabes de mis luces.
Allí donde todos escuchan
tus estruendos
yo te escucho gemir
y siento pena.
porque sólo una ventana
nos distancia.
 
Así, apaciguo su delirio.
Así, lo aquieto por un rato.
Aunque sé volverá
con la lluvia a provocarme
a indagar por mis sombras...
mis postigos.
 
Yo, que no tengo conciencia
en estas horas
más bien me hago servir.
Lo invito a complacerme
en esta tarde
de tan absurdas maneras.




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