Carmen Yánez Hidalgo

Morada

Se han ido todos;
el bosque con su música de abetos,
los hombres cargando sus sombras
y sus perros.
 
Y eran de sueño los prismas de colores
que dejaban tras de sí.
 
Se han ido todos.
 
Yo me quedo
con un mínimo candil
entre las manos.
 
De vez en cuando
soy el árbol
que apuesta sus raíces
a la tierra.
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