Estás aquí, sin embargo, te siento tan distante.
No estás aquí, y te siento cada vez más conmigo.
La amarga felicidad que trajo escapar del precipicio
y ver esta cálida luz aguardando tu despertar,
fue la misma que acompañó
mis lóbregos momentos cuando tú no me caminabas.
El peso de cargar el amor con los ojos, y olvidarse de sentir
más con el tiempo.
La maldita rutina se vuelve tediosa, y acordarse de amarte se
vuelve remoto.
La distancia nos aguarda en algún futuro, aunque pensarlo dos
veces hoy nos mate.
Esperar a que vuelva se torna repetitivo, y un tanto agotador.
Un antes y un después marcó tu tristeza; un antes y un
después marcó mi dolor;
un antes y un después marcó tal rosa; y un antes y un después
fue lo que nos dolió.
Estás aquí, pero no estás; no creo que se entienda.