El estimado que por deseo aborda extremos
acudiendo sin dudar, sin miedo alguno
a los más extraños estados.
Transfigurando las fórmulas pretende nuevos horizontes
que, restableciéndose, no llegan a nada.
“Nada es real, todo carece de importancia”.
Un mantra apropiado para dar motivo
a lo que un día serán los recuerdos de una vida sin rumbo establecido,
o que con constancia y empeño, se desvía de él.
Hay algo en su caminar, cómo gesticula, como observa,
algo en como escucha, como habla, que te hace perder la cordura.
Algo que sin darte cuenta te atrapa,
te abraza ofreciendo la seguridad deseada,
te abandona cuando más lo necesitas y seguirá con otras palabras,
con otras personas, con la misma sonrisa.
Sonrisa seductora, que te dejó engañar.
Los caminos de su infancia, todas las calles,
todas las avenidas, conducen a programar respuestas bien redactadas
pero muy mal intencionadas, que no dejan descubrir que se esconde
detrás de esa pintura y debajo de esa galera.
Enero tras enero, configura desde cero todo lo que fue en el interior.
Se desmaquilla, horrorizado por su rostro y, entre su extensa variedad de pinturas,
recrea un nuevo maquillaje, o renueva los anteriores experimentando.
Se renueva, te atrapa, te deja, se lamenta y repite.
Síntesis de la vida del hombre maquillado