45 días en el vagón
Cuento mis días antes de volver a casa.
Parece cómo si el tiempo no fuera lineal, sino una sobrecarga de saltos y caídas medias muertas
Causando estragos me despiertan las ánimas de este vagón...
El viaje por estos rieles oxidados me recuerda a cómo se sintió por primera vez pensar que llegaría a un hogar...
Mis manos comienzan a picar
Mis brazos se van arqueando
Mis rodillas se flectan hacia mi pecho
Mis lágrimas, recorriendo cada extremo de mi cuerpo.
El frío dejó de ser un castigo y se convirtió en un agradable invitado, que cada noche me acaricia, recordándome por qué vale la pena seguir con vida...
En este tren que cruzó todo un otoño, y se detuvo en el andén más frío y desolador de todos, el invierno...
Ahora que la corta estadía en primavera se acaba, y mis manos pican como nunca, conservo la fe contando los días antes de volver a casa...
Contar ha deshecho mis tejidos, y ha craquelado mis huesos...
Sin embargo, y entre tantos otros eventos en este vagón, me he concentrado en contar los días desde ese eterno invierno, tal vez...
¿Cuándo llegará este tren a destino?
Espero que, para ese entonces, mis manos sirvan para acariciarte, y no sólo para contar...
