Me llueven los besos del tiempo,

soy reo de mi propia mortalidad.

Busco un referente para huir

pero sé que al final no hay nada.

Solo una ola gigante que nos lleva

hacia la no existencia.

¿Cuánto tiempo nos queda?

Si ayer cumplí siete y hoy tengo diez y ocho.

¿Seré recordado como lo que fui, soy o seré?

¿Seré recordado realmente?

Y busco una manera de ser inmortal

llevarme toda la angustia al mar.

Recapacitaré en mi lecho de muerte, cumpliendo

con la naturaleza humana, con la realidad.

Voy notando de mis pensamientos el crujir,

sazonando mi cuerpo a la verdad,

imbuyendo mi alma con el poco anima que me queda.

Vivir

Eso soy, Vivir, vivir, vivir, vivir.

Vivir en un vacío constante, una penitencia

algo más que agonizante, en un negro lodo

donde morirá nuestra alma, sola.

Hacer todo sabiendo que pasa el tiempo

y que no tengo tiempo para saber lo que pasa

lo que pasa, allá a fuera.

Despertaré de la muerte...¿realmente alguna vez desperté?

Supongo que sí, de mi corazón oigo el palpitar.

Y cada segundo que pasas entre estas palabras,

estas perdiendo tiempo, estas perdiendo el vivir

estas muriendo con cada segundo que en el reloj se alza.

Estamos condenados a la nada

al no vivir,

¿No tenéis curiosidad por saber lo que uno siente

cuándo se muere, cuándo te despegan tu existencia,

el ambiente de tu funeral, el olor a muerto al quitar

el ataúd de tu cuerpo, el no poder ser, sentir, amar...?