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Carmelo

Con cariño a mi abuelo que se queda

Mi abuelo y la montaña, mi abuelo y los vegetales se pintaban como un mosaico de esperanza, poniendo el  esfuerzo y el trabajo en producir más vida, más destellos de colores que agradecen la vista y multiplican la tierra.  Que suave y agradable resulta mirar los vegetales, los frutos de la tierra que se enjuagan en el sudor de una frente escruta, que se clava en el suelo cual estaca que sostiene la flor en colchones anaranjados.
Se separa la maleza de la flor, se limpia los estrechos senderos, descubriendo la tierra fértil y madura. Parece otro mundo, la vista se extiende en toda su magnitud fresca y tumultuosa. Es imposible pensar en la tierra sin sentirla, con los pies desnudos, sentir sus espigas que se clavan y quiebran breves al instante al rose de mi paso. Su calor y color parece un cuerpo que se acaricia en los pequeños pasos de un niño que a gorjeos salta con risitas de júbilo y sorpresa, ya no puedes separarte más.
Una pequeña casa rodeada de un mar verde, una selva, una invitación a explorar y sentir.  Encuentras puentes y canales que sondear, el agua cobra vida, una vena abierta donde se sacuden melenas verdes y serpenteantes, la corriente ondulante.  Miras a través de ella como si quisieras buscarte del otro lado.  La vista busca y rebusca y te abraza el gusto por chapotear en su fondo, confundiéndote entre sus planta acuáticas.
Los niños  sólo corren confundiéndose en el horizonte plasmante que se clava a la vista, cual enredadera y ya nada más existe, sino la tierra y el hombre.
El abuelo es parte del cuadro inserto en ella, ya no sus manos, ya no el cuchillo o el azadón clavado al terruño, sino el alma que se dibuja en su trasfondo.  Ya no la semilla que devora la tierra, sino el fruto que ya no producirá, el fruto que acaricia su garganta cuando le abraza la nostalgia de quien se niega la teta, la sabia de la leche y siente la vida tan breve y se detiene en el tiempo.  En ese instante quieres absorberla por entre los poros, para conocerla tuya y nunca más olvidarla.
Y ya no extrañarla....

(2010)

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