#Españoles #Mujeres
Ángeles tuyos, gerardo, por vientos y nubes blancas de un mundo inventado adrede dibujan las coordenadas. Ángeles de X a Z
Yo pasaré y apenas habré sido, —frágil destino de mi pobre arcill… Hijo, cuando yo no exista, tú serás mi carne, viva. Verso, cuando yo no hable,
No quiero irme viviendo, irme muri… en este remolino de los días, ciegos de prisa, locos enredados, mordiéndose las colas, resbalándos… por rotas espirales de impaciencia…
—Mamá, yo quiero la luna. —Hijo mío, está muy alta. —Mamá, yo quiero un caballo. —Hijo, si no tienes cuadra. —Mamá, yo quiero un pececito.
Yo no iba sola entonces. Iba llen… de ti y de mí. Colmada, verdecida, me erguía como grávida montaña de tierra fértil donde la simiente se esponja y apresura para el brot…
Entre las cañas tendida; sola y perdida en las cañas. ¿Quién me cerraba los ojos, que, solos, se me cerraban? ¿Quién me sorbía en los labios
No quiero que los besos se paguen ni la sangre se venda ni se compre la brisa ni se alquile el aliento.
Cuando nace un hombre siempre es amanecer aunque en la a… la noche pinte negros cristales. Cuando nace un hombre hay un olor a pan recién cocido
Yo era poeta labrador. Mi campo era amarillo y áspero. Todos los días yo sudaba y lloraba para ablandarlo. Tras de los bueyes, lentos, firmes…
No aurora fue. Ni llanto. Ni un i… bebió la luz. Sus ojos no tuvieron color. Ni yo miré su boca tierna..… Ahora, ¿sabéis?, lo siento. Debisteis dármelo. Yo hubiera deb…
¡Qué dulces las uvas dulces! ¡Qué verdes tus ojos claros!... Tú me mirabas, mirabas; yo comía, grano a grano... Y de pronto te inclinaste,
“—¡Orza la barra!... ¡A estribor!… ¡Izad el trinquete!... ¡Avante!..… Las cuatro sillas navegan por los mares orientales... El cinturón erizado
Siempre, cuando me despierto, sonrío y pienso: Hoy sucederá algo grande, maravilloso, perfecto; hoy se cumplirá sin duda
Abre tus ojos anchos al asombro cada mañana nueva y acompasa en místico silencio tu latido porque un día comienza su voluta y nadie sabe nada de los días
Ola cuajada en la piedra con espuma de romero, hasta tu desnuda cima me has levantado sin vuelo. Sobre tu lomo clavada