Efemérides del cielo pintan
de gris una tarde de abril
en un espejo de agua,
cuando menstrúa la luna
y ya ciega la noche
adorna el tapiz.
Sayo verde en el viento
y tropiezos de alas
o vuelos de palomas
en la horqueta febril;
la estoica maga sueña
con su dedal de sombras
desflorar el jardín
o el bosque ya pío.
Vuelan las mariposas,
en un conjuro otoñal
y retrucan al verbo
desde su infinitivo
ese amor inconstante.
Y pronto aparece
la cometa del sol
y regenera la tierra.
El beso de la natura,
su ciclo coloso
que transpira en primavera.
Augusta proclama del hombre
palpita cual cerrazón
en el hosco vergel
en un plinto, desnudo.