#EscritoresMexicanos (1944) La el soto vega y
El más impersonal de los respetos morales, el círculo más exterior de los círculos concéntricos que acabamos de recorrer es el respeto a la naturaleza. No se trata ya de la naturaleza h...
Asustadiza gracia del poema: flor temerosa, recatada en llema. Y se cierra, como la sensitiva, si la llega a tocar la mano viva. Mano mejor que la mano de Orfeo,
La cifra propongo; y ya casi tengo el artificio, cuando se abre el precipicio de la palabra vulgar. Las sirtes del bien y el mal,
Hoy tuvimos noticia del poeta: Entre el arrullo de los órganos de… Y colgados los brazos de las últim… Detuvo su caballo. El campamento de mujeres batía pal…
Si te dicen que voy envejeciendo porque me da fatiga la lectura o me cansa la pluma, o tengo hartu… de las filosofías que no entiendo; si otro juzga que cobro el dividen…
La práctica del bien, objeto de la moral, supone el acatamiento a una serie de respetos, que vamos a estudiar en las siguientes lecciones. Estos respetos equivalen a los “mandamientos” ...
Esta educación y las doctrinas en que ella se inspira constituyen la moral o ética. (La palabra “moral” procede del latín; la palabra “ética” procede del griego). Todas las religiones c...
Han bajado los indios tarahumaras, que es señal de mal año y de cosecha pobre en la montaña. Desnudos y curtidos, duros en la lustrosa piel manchada…
En vano ensayaríamos una voz que l… alma mía que no tuviste a quien he… En vano buscamos, necios, en ondas… Reflejos que nos pinten las estrel… Como el perro callejero, en quien…
Cancioncita sorda, triste, desafinada canción; canción trinada en sordina y a hurtos de la labor, a espaldas de la señora;
Propio camaleón de otros cielos me… A cada nueva aurora mudaba de colo… Así es que prefiriera a su rubor p… El tizne que el oficio deja en el… Quiero decir (me explico): la muda…
¡Cuántos caballos en mi infancia! Atados de la argolla y cabezada, en el patio de coches de la casa, desempedrando el suelo en su impac… y dando gusto a las rasposas lengu…
Vives en mí, pero te soy ajeno, recóndito ladrón que nunca sacio, a quien suelo ceder, aunque reacio… cuanto suele pedir tu desenfreno. Me quise sobrio, me fingí sereno,
No: aquí la tierra triunfa y manda —caldo de tiburones a sus pies. Y entre arrecifes, últimas cumbres… Las esponjas de algas venenosas Manchan de bilis verde que se torn…