Micropoema.
El Anverso del verso ©2023 Alfonso J Paredes
Tarde de ocaso el río se inundaba de sus reflejos Senderos. Alfonso J. Paredes
Primera «Yo soy la proyección de la mentira en que vives. Júzgame y senténciame, pero siempre
LOS CÁNTAROS DE AGUA Si tu madre tiene sed cuatro cántaros con agua, para darnos de beber y lavarse las enaguas.
Calles desnudas del gentío son sus eternas brumas las que te… calles con nombres inverosímiles, calles despiertas, calles dormidas… Calles con sombra de balcones
Ya no te acuerdas de la calle. ni de lo que hiciste con la mente del pobre diablo de J. Pi. Fascinante caen ante tus pies desafiando a la muerte.
Un horizonte del color del cobre v… va dejando sinuosas siluetas en su… transparentando los vestidos de se… Le acompaña su inseparable brisa e… que porta granos de arena amarillo…
Tengo una muñeca de talle garzul, de rubios cabello que ondean al vi… de pestañas de color azul. Solo le pongo un acento: que dormita bajo un abedul.
Al río lo llaman río porque lleva… como a las venas les llaman venas… y al humano le llaman humano, porque lleva los dos elementos de… ¿Quién le puso nombre al mar?
No quiero saber que la piel está hecha jirones y se duerme por los rincones, tus ostras huecas de perlas, tus alambres finos y quebradizos,
Eleno de Céspedes, lesbiana, fue adoptada por el biólogo Benito de Medina. A la muerte de la mujer de Benito de Medina, le puso el nombre de Elena de Alhama allá por 1445-1450 de la era...
El dolor Me duelen más los recuerdos que no… que aquellos tristes que me ahogan… el olvido, mejor que el vigor que… Y todo soplo de esperanza se lo ha…
Al Sol se le ha olvidado un rayo, lo ha perdido mientras deslumbraba al albor o al ocaso, miradas de mayo, se le cayó mientras sembrabas.
Es el agua del mar la hermana cara… y la lágrima, su fulgor, su brillo… El llanto es el agua que se rompe… es el mar de marea alta y fuerte o… Desde que se peca, el hombre llora
Tumbado sobre los pinchos se han torcido en esas hierbas rompo los muebles antiguos y enarbolo inútil daga clavada en el corazón
A orillas de La Orotava, donde los dragos te protegen, en el país de Juan de Iriarte y C… Se me ha perdido un silbo que baja por donde desciende la la…