Cuando vuelvo la mirada hacia lo hondo
y no dejo que los ruidos me distraigan,
cuando puedo mirar de frente y hacia dentro
para evitar que la ilusión lo coma todo,
y digiero el desengaño con que los sueños inconclusos se despiden
y despejo la maleza de dolores,
entonces
las cosas ocurren sin quererlas
y la vida a su pesar se desmantela
y se queda solo al fin lo indestructible
aquello que tras la bulla es genuino,
y aparece el amor que no se borra
serenando la murga del anhelo
dejando este plácido silencio,
esta limpia textura de lo obvio
que sin gestos ni razones me retorna
que vacía de pretensiones me consuela