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Mis manos en tus senos de otoño

¿Te lo dije algún día?
Tenías ojos color abril
y tu boca sabía a durazno de mayo
y era tu saliva lluvia de verano
y olían tus caricias a flor de naranjos.
Tu cuerpo corría sobre mi cuerpo
como río que se encuentra con el mar,
y tus dedos caían sobre mi piel como tibieza del invierno.
 
Hoy tu cama vacía se llena de desconsuelos,
de hechizos, de palabras infieles,
de reproches e insomnios de madrugada,
pero yo siento el olvido más frío que el invierno,
más triste que tu cama vacía,
tan doloroso como el llanto de Dios.

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