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El Domador

El Domador

El Domador

Había una vez un domador de caballos, llamado Santiago. Tenía 8 caballos en total.
Cada uno se identificaba con un nombre distinto, de acuerdo a su personalidad que los diferenciaba.
Uno de ellos se llamaba Veloz, otro: Distraído, Clamo, Inquieto, Lento, Impulsivo, Ágil y Soñador. Cada nombre se adaptaba a su forma de ser.
Este último caballo dirigía sus pasos hacia ningún rumbo, no miraba el cómo ni el por qué trotaba. Era aislado, pero igualmente seguía las instrucciones de su domador.
Un día caminando sin saber a donde ir, dio tantas vueltas, que se escapó de su corra, y desapareció.
El domador se puso a mirar a sus caballos y a orientarlos y darles órdenes como siempre, pero de repente se pone a contarlos y ve que solo hay 7 caballos, se desesperó, se dio cuenta que era Soñador el que le faltaba. Empezó a buscarlo por todos lados, y no lo veía por ningún lado. Mientras tanto el caballito Soñador, se dirigía a un pueblo, bastante lejano a donde el se encontraba, en ese lugar lo estaba observando una persona muy atentamente, no le sacaba la vista de encima, era un militar, no pensó ni un segundo, sin saber cómo y por qué llegó al pueblo tan hermoso caballo, se hizo dueño de él.
Le enseñó muchas cosas, cada día lo iba convirtiendo en un caballo guerrero.
Cambió mucho en el paso de los meses, que ya estaba con el militar. Ya Soñador no era el mismo caballo. De su nombre solo quedaban sus letras, porque de Soñador ya no tenía nada. Ahora es un caballo fuerte, mira hacia delante con firmeza, y galopea con más seguridad. El militar le enseñó también a luchar con otros caballos, en donde muchas veces, salió rasguñado, lastimado y golpeado.
Mientras tanto el domador Santiago ya estaba un poco resignado de poder encontrar a su caballo perdido. Pero un día compró el periódico, y ve que sale en una nota un caballo que ganó un premio por pelear con caballos salvajes, y por destacarse del resto. El domador no pudo dormir ese día, porque no dejaba de observar la foto del caballo del periódico, que lo publicaron con el título de ¨ Caballo Majestuoso ¨. Tanto mirar la foto el domador observa con atención que el caballo de la foto tenía una mancha blanca en el lomo como su caballo, los demás hermanos no tenían esa mancha, y eso lo destacaba de los demás. Por eso se convenció de que ese era Soñador. Entonces quiso acercarse a ese lugar para comprobar que realmente era su caballo.
Montando en el caballo Ágil, se dirige al pueblo. Empieza a buscar llevando una foto que tenía de él. Pregunta a la gente del pueblo, y nadie sabe nada. Hasta que una persona que lo vio, lo condujo al lugar.
Santiago golpea la puerta de la casa del militar, y cuando lo atiende, el domador Santiago enseguida le muestra la foto de su caballo desesperado, y el militar le dice que si es el caballo que el tomó. Entonces Santiago le pide por favor que se lo devuelva, y el militar se había encariñado tanto con él, que mucho no quería devolvérselo, pero lo vio tan desesperado que le dijo que como lo había educado para bien y que ya no lo iba a encontrar como siempre. Pero el domador quería que se lo dé a toda costa. El militar le decía que no le iba a ser tan fácil que se adapte a él otra vez. El domador no entendía lo que le decía, pero le dijo al militar que le daba la plata que quisiera, para que se lo devuelva. Tanto que le insistió que se lo devolvió, sin que le dé un solo centavo el domador al militar.
Santiago regresa contento a su hogar con sus caballos y con Soñador.
Contento con su regreso le sigue dando órdenes como acostumbró siempre, pero en eso observa que ya no era el mismo de siempre su caballo soñador. No hacía caso a ningún mando. El domador estaba un poco triste por eso, porque descubrió que alguien que no era domador como él, hizo en poco tiempo que su caballo favorito cambie.
Pero resignándose nuevamente, lo único que hizo fue cambiarle su nombre, en vez de Soñador, le puso ¨ Astuto ¨, por su mirada siempre adelante.
Y al final Astuto, terminó domando a sus hermanos haciéndolos más fuertes y más potentes. Y a la vez domó a su dueño, que se dio cuenta que a un caballo hay que dejarlo libre, para que se haga un caballo de verdad.
Fin.

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