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Hacia Roma caminan dos pelegrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos,
¡Fita aquel branco galán, olla seu transido corpo! É a lúa que baila na Quintana dos mortos. Fita seu corpo transido,
Suben por la calle los cuatro galanes. Ay, ay, ay, ay. Por la calle abajo van los tres galanes.
En el soto, los alamillos bailan uno con otro. Y el arbolé, con sus cuatro hojitas,
Virgen con miriñaque, virgen de Soledad, abierta como un inmenso tulipán. En tu barco de luces
Las piquetas de los gallos cavan buscando la aurora, cuando por el monte oscuro baja Soledad Montoya. Cobre amarillo, su carne,
Cayó una hoja y dos y tres. Por la luna nadaba un pez. El agua duerme una hora
Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas. (Viento en el olivar,
Sobre el monte pelado un calvario. Agua clara y olivos centenarios. Por las callejas
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla
Los laberintos que crea el tiempo, se desvanecen. (Sólo queda el desierto.)
El mar sonríe a lo lejos. Dientes de espuma, labios de cielo. ¿Qué vendes, oh joven turbia
El magnífico sauce de la lluvia, caía. ¡Oh la luna redonda sobre las ramas blancas!
Bajo el Moisés del incienso, adormecida. Ojos de toro te miraban. Tu rosario llovía. Con ese traje de profunda seda,
Por las arboledas del Tamarit han venido los perros de plomo a esperar que se caigan los ramos, a esperar que se quiebren ellos so… El Tamarit tiene un manzano