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La tarde está muriendo como un hogar humilde que se apaga… Allá, sobre los montes, quedan algunas brasas. Y ese árbol roto en el camino blan…
¡Oh, figuras del atrio, más humild… cada día y lejanas: mendigos harapientos sobre marmóreas gradas; miserables ungidos
... En el intermedio de la primave… Valcarce, dulce amigo, si tuviera la voz que tuve antaño, cantaría el intermedio de tu primavera —porque aprendiz he sido de ruiseñ…
¡Ya su perfil zancudo en el regato… en el azul el cielo de ballesta, o, sobre el ancho nido de ginesta, en torre, torre y torre, el garaba… de la cigüeña!... En la memoria mí…
La roja tierra del trigal de fuego… y del habar florido la fragancia, y el lindo cáliz de azafrán manche… amó, sin mengua de la lis de Franc… ¿Cuya es la doble faz, candor y ha…
Yo, para todo viaje —siempre sobre la madera de mi vagón de tercera—, voy ligero de equipaje. Si es de noche, porque no
La venta de Cidones está en la ca… que va de Soria a Burgos. Leonard… que llaman la Ruipérez, es una vie… que aviva el fuego donde borbolla… Ruipérez, el ventero, un viejo dim…
El demonio de mis sueños ríe con sus labios rojos, sus negros y vivos ojos, sus dientes finos, pequeños. Y jovial y picaresco
No es profesor de energía Francisco A. de Icaza, sino de melancolía. De su raza vieja, tiene la palabra corta,
Soria de montes azules y de yermos de violeta, ¡cuántas veces te he soñado en esta florida vega por donde se va,
Era una mañana y abril sonreía. Frente al horizonte dorado moría la luna, muy blanca y opaca; tras… cual tenue ligera quimera, corría la nube que apenas enturbia una es…
Un amor que conversa y que razona, sabio y antiguo –diálogo y presenc… nos trajo de su ilustre Barcelona; y otro, distancia y horizonte: aus… que es alma, a nuestro modo, le of…
Al borde del sendero un día nos se… Ya nuestra vida es tiempo, y nuest… son las desesperantes posturas que… para aguardar... Mas Ella no falt…
Dice la esperanza: un día la verás, si bien esperas. Dice la desesperanza: sólo tu amargura es ella. Late, corazón... No todo
Siempre fugitiva y siempre cerca de mí, en negro manto mal cubierto el desdeñoso gesto de tu rostro pálido. No sé adónde vas, ni dónde