A José F. Montesinos
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Mi sombra va silenciosa por el agua de la acecia. Por mi sombra están las ranas privadas de las estrellas. La sombra manda a mi cuerpo
Se trajo en el corazón un pez del Mar de la China. A veces se ve cruzar diminuto por sus ojos. Olvida siendo marino
¿Cómo fue? —Una grieta en la mejilla. ¡Eso es todo! Una uña que aprieta el tallo. Un alfiler que bucea
Mi niña se fue a la mar, a contar olas y chinas, pero se encontró, de pronto, con el río de Sevilla. Entre adelfas y campanas
Alta va la luna. Bajo corre el viento. (Mis largas miradas, exploran el cielo.) Luna sobre el agua.
De los cuatro muleros que van al campo, el de la mula torda, moreno y alto. De los cuatro muleros
En la casa blanca, muere la perdición de los hombres. Cien jacas caracolean. Sus jinetes están muertos. Bajo las estremecidas
Sobre el monte pelado un calvario. Agua clara y olivos centenarios. Por las callejas
Amparo ¡qué sola estás en tu casa vestida de blanco! (Ecuador entre el jazmín y el nardo).
El mar sonríe a lo lejos. Dientes de espuma, labios de cielo. ¿Qué vendes, oh joven turbia
¿Qué es aquello que reluce por los altos corredores? Cierra la puerta, hijo mío, acaban de dar las once. En mis ojos, sin querer,
La muerte entra y sale de la taberna. Pasan caballos negros y gente siniestra
El diamante de una estrella Ha rayado el hondo cielo, Pájaro de luz que quiere Escapar del universo Y huye del enorme nido
(Quizá fue por no saberte la Geom… El jovencito se olvidaba. Eran las diez de la mañana. Su corazón se iba llenando de alas rotas y flores de trapo.
Por el East River y el Bronx los muchachos cantan enseñando sus… con la rueda, el aceite, el cuero… Noventa mil mineros sacaban la pla… y los niños dibujaban escaleras y…