A Ribeiro Couto
#EscritoresChilenos
La maestra era pura. “Los suaves… decía, “de este predio, que es pre… han de conservar puros los ojos y… guardar claros sus óleos, para dar… La maestra era pobre. Su reino no…
—Mentaste, Gabriela, el Mar que no se aprende sin verlo y esto de no saber de él y oírmelo sólo en cuento, esto, mama, ya duraba
Volcán de Osorno, David que te hondeas a ti mismo, mayoral en llanada verde, mayoral ancho de tu gentío. Salto que ya va a saltar
Resbalando los pastales y entrando por los viñedos que el Diablo trenza y destrenza desde la cepa al sarmiento, dan al animal y al indio
Que mi dedito lo cogió una almeja, y que la almeja se cayó en la aren… y que la arena se la tragó el mar. Y que del mar la pescó un ballener… y el ballenero llegó a Gibraltar;
Salto del Laja, viejo tumulto, hervor de las flechas indias, despeño de belfos vivos, majador de tus orillas. Avientas las rocas, rompes
Por que duermas, hijo mío, el ocaso no arde más: no hay más brillo que el rocío, más blancura que mi faz. Por que duermas, hijo mío,
Todas íbamos a ser reinas, de cuatro reinos sobre el mar: Rosalía con Efigenia y Lucila con Soledad. En el valle de Elqui, ceñido
Cristo del campo, “Cristo de Calv… vine a rogarte por mi carne enferm… pero al verte mis ojos van y viene… de tu cuerpo a mi cuerpo con vergü… Mi sangre aún es agua de regato;
Dame señor la fuerza de las olas d…
Una rata corrió a un venado y los venados al jaguar, y los jaguares a los búfalos, y los búfalos a la mar... ¡Pillen, pillen a los que se van!
Siento mi corazón en la dulzura fundirse como ceras: son un óleo tardo y no un vino mis venas, y siento que mi vida se va huyendo
Bajé por espacio y aires y mas aires, descendiendo, sin llamado y con llamada por la fuerza del deseo, y a más que yo caminaba
Raza judía, carne de dolores, raza judía, río de amargura: como los cielos y la tierra, dura y crece aún tu selva de clamores. Nunca han dejado orearse tus herid…
Amo las cosas que nunca tuve con las otras que ya no tengo. Yo toco un agua silenciosa, parada en pastos friolentos, que sin un viento tiritaba