#EscritoresCubanos #Ismaelillo
Yo pienso, cuando me alegro Como un escolar sencillo, En el canario amarillo,— ¡Que tiene el ojo tan negro! Yo quiero, cuando me muera
Una virgen espléndida –morada de un sol de amor que por sus negr… pregunta, abraza y acaricia, versos me pide, versos de mujeres. ¡Arrullos de paloma, murmullos de…
¿Mi musa? Es un diablillo Con alas de ángel. ¡Ah, musilla traviesa. Que vuelo trae! Yo suelo, caballero
El rayo surca, sangriento, El lóbrego nubarrón: Echa el barco, ciento a ciento, Los negros por el portón. El viento, fiero, quebraba
Odio el mar, sólo hermoso cuando g… Del barco domador bajo la hendente Quilla, y como fantástico demonio De un manto negro colosal tapado, Encórvase a los vientos de la noch…
¡Ea, jamelgo! De los montes de or… Baja, y de andar en prados bien ol… Y de aventar con los ligeros casco… Mures y viboreznos, y al sol rubio Mecer gentil las brilladoras crine…
Mis versos van revueltos y encendi… Como mi corazón: bien es que corra Manso el arroyo que en fácil llano Entre céspedes frescos se desliza: Ay!; pero el agua que del monte vi…
Cuentan un cuento de cuatro hindús ciegos, de allí del Indostán de Asia, que eran ciegos desde el nacer, y querían saber cómo era un elefante. «Vamos, dijo uno, adonde el elefante manso...
Era sol: caballero en un potro, Con la rienda tendida al acaso, Fui testigo de un drama de amores:… ¡Qué volar! ¡Qué caer! ¡Qué dolor… Aprieto el paso...
Oh, ritmo de la carne, oh melodía, Oh licor vigorante, oh filtro dulc… De la hechicera forma! No hay mil… En el cuento de Lázaro, si Cristo Llevó a su tumba una mujer hermosa…
De un muerto, que al calor de un a… De paso por la tierra, como un man… De oro sintió sobre sus huesos tib… El polvo de la tumba; al sol radia… Resucitó gozoso, vivió un día,
Cuatro siglos es mucho, son cuatrocientos años. Cuatrocientos años hace que vivió el Padre las Casas, y parece que está vivo todavía, porque fue bueno. No se puede ver un lirio sin pens...
Dicen que un suizo, de cabello rub… Y ojos secos y cóncavos, mirando Con desolado amor a sus tres hijos… Besó sus pies, sus manos, sus delg… Secas, enfermas, amarillas manos;
Es rubia: el cabello suelto Da más luz al ojo moro: Voy, desde entonces, envuelto En un torbellino de oro. La abeja estival que zumba
En el alféizar calado De la ventana moruna, Pálido como la luna, Medita un enamorado. Pálida, en su canapé