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Abril es un niño rubio que junta flores y pájaros; tiene los ojos azules y va vestido de blanco. Mayo es un niño aguador
¡Limón, limón! Limón agrio, limón criollo, limón dulce, limón chino,
En su casa de hojas despierta el pájaro porque, anunciado el día, se entona el gallo. Canta seguido,
De parte del aguacero que cubran con un paraguas al retoño del almendro. El coralillo rosado debe prestar atención:
EL día, una rosa blanca. La noche, un caballo negro. (La tarde, una mariposa que ha detenido su vuelo.)
Juana tejedora, téjeme un pañuelo para ir a la boda de don Pirulero. Dame, jardinero,
La Habana es como una hermosa, limpia, fresca, alegre casa: sus puertas, de par en par, invitan a visitarla. Aquel que a Cuba respete
¡Jey, vaya, toro, con el arreo! Los toros toros, sus cuernos cuernos, en el camino
Siete relojes, siete semillas, siete pelotas y una sombrilla. Siete burbujas,
Sobre el mar hay una barca, sobre la barca un barquero, sobre el barquero
En primavera, nidos y flores. En el verano, lo aguaceros. En el otoño, las hojas secas. Los aguinaldos en el invierno.
—¡Hola, Pinocho!, ¿qué haces ahí? —Busco una joya que ayer perdí. —Dime, Pinocho, ¿que joya?, di. —Un pedacito de mi nariz.
¡Tilín! ¡Tilán! Campana de oro de la mañana. ¡Tilín!
Yo tengo un sombrero alón donde cabe un aguacero, y botas que reconocen los caminos del vaquero. ¡Qué bien te sabré domar,
Palma real, bandera viva en el paisaje clavada, tu nombre lo mece el viento, el viento que llega y pasa. Cuando al ondular susurras