Agonizando en el silencio,
sufriendo ante nosotros,
rogando por una muestra de compasión,
suplicando por misericordia y devoción,
viendo en su reflejo lástima e incertidumbre.
Su espléndida belleza,
que se desvanece en nuestras manos,
apagando su aura,
quebrando su espíritu,
manifestando sus pesares,
y expresando sus penas,
deseando con un profundo dolor,
que su voz sea escuchada.
Aguarda con tolerancia,
hasta colmar la última gota de paciencia,
develando su poder y dominio,
su indomable brío e ímpetu,
arrasando con la apatía e indiferencia,
dando un final a su aflicción y dolor,
terminando con la maldad que habita en sí.