#1981 #EscritoresUruguayos #PoemasDeLaOficina
En mi ciudad hay varios espantos i… pero también existen los visibles el más de todos es un monumento que planearon levantaron y sobre todo inauguraron
Cuando sólo era un niño estupefacto viví durante años allá en colón en un casi tugurio
Escombros de carbón basuras de la ciencia abandonos nucleares sabores repugnantes de la nada un cielo protector siempre al acec…
En la ciudad de Montevideo, a las nueve horas y cuarenta minutos del día quince de mayo del año mil novecientos ochenta y siete, se reúne el Directorio de Abecé, S. A., en la sala de co...
No sé hasta dónde irán los pacific… pero hay ciertos corredores de seg… y hay quienes reclaman la pena del… cuando los pacificadores apuntan p… y a veces hasta pacifican dos pája…
Hacía por lo menos veinte años que Aníbal Sastre conocía a Bernardo Giudice y Amanda Doria. Ni uno ni otra integraban el círculo más o menos estrecho de sus amigos, pero Bernardo y él h...
Es imposible estar seguro pero tal vez sea Dios todo el sile… que queda de los hombres es imposible estar seguro pero acaso Dios sea
Los sueños son pequeñas muertes tramoyas anticipos simulacros de m… el despertar en cambio nos parece una resurrección y por las dudas olvidamos cuanto antes lo soñado
Cuando la noche se pobló de ánimas de ángeles de ratas y de truenos el más cruel de los crueles se abasteció de agravios y los poso en los nidos y en las l…
Eso dicen que al cabo de diez años todo ha cambiado allá dicen
Nunca se consideró un exiliado político. Había abandonado su tierra por un extraño impulso que se fraguó en tres etapas. La primera, cuando lo abordaron sucesivamente cuatro mendigos en...
Este es el buey que mira por su oj… el perpetuo horizonte con su tiara… la tarde apaciguada la pruden… los árboles del borde impasib… del ángelus previsto con su lament…
Cuando volvés a la tarde como a un… y tu mujer te espera linda y ávida y cree en la provincia de tu silen… que hace tiempo vendiste al enemig… cuando volvés de tarde como un pad…
Las calles están muertas padecidas la soledad se atreve al resplandor alguien sabe quién es pero lo ocul… no sólo las gargantas tienen rejas la primavera a veces huele a invie…
Todos sabemos que nada ni nadie ha… sin embargo hay que vivir como si… sabemos que los caballos y los per… pero no es descartable que en una… sabemos que en una esquina no rosa…