Calla, niña, no levantes la voz,
que el aire es pesado y el muro es feroz.
Tus palabras son viento, dicen los sabios,
y el viento se encierra tras cuatro candados.
Calla, mujer, no mires de frente,
que el mundo te teme si alzas la mente.
Tus pasos son huellas que borran con sombras,
tu risa es un crimen, tu llanto una sobra.
Bajan los ojos, cubren las bocas,
tejen cadenas de normas rotas.
Dicen que el cielo dicta el castigo,
pero es su miedo lo que han escrito.
El velo no es tela, es miedo y es norma,
es la mordaza que ahoga la historia.
Es el candado en libros sellados,
es la ceniza de sueños quemados.
Pero en la brisa susurra un canto,
un eco de siglos, de furia y de llanto.
Porque aunque callen sus gritos enteros,
la tierra recuerda... y espera en silencio.
@María José Luque Fernández