No recuerdo nada de ti
No recuerdo tu canción favorita,
el plato que más amabas
ni los libros que te hacían soñar.
Olvidé, con cada día que pasaba,
la silueta de tu rostro,
las marcas en tus manos,
el timbre exacto de tu voz.
Y, sin embargo,
a propósito dejé atrás la idea
de que alguna vez me quisiste.
Dichosos los que olvidan.
Dichoso yo,
que te desvaneces como arena entre los dedos.
Ahora mi memoria guarda otras historias,
datos sin sentido,
fragmentos de otra mujer
que, sin quererlo,
te fue borrando de mi mente.
No te negaré que mi corazón,
terco en su naturaleza,
intentó rescatar del polvo
los instantes en que fuimos felices.
Pero sería de necios aferrarse
a quien eligió marcharse.
Ilógico sería erigir en mi memoria
a quien, con mazo y cincel,
redujo mis ilusiones a escombros.
Y, al final,
solo me quedó salvar mi dignidad,
reunirla en mis manos,
y dejarte ir.
Sin prisa.
Sin culpa.
Sin miedo.
No recuerdo nada de ti,
y, sin embargo,
contra mi voluntad,
aún me persigue lo que de ti me hizo feliz.