Y de pronto sonaron 3 campanas.
El sueño lucido había llegado a su fin.
Un nuevo día me sorprendió desnuda, despojada de mi alma, mi persona y mi libido
Todo había desaparecido así como las pocas cosas que albergaba en mi habitación nunca hubieran existido.
Solo quedaba un recuerdo que se desvanecía con el tiempo, y lo inundaba la desgracia de su inexistente realidad.
El corazón quedó como aquel jarrón de la ventana en invierno que albergaba unas cuantas rosas marchitas.
Pero los ritmos de la vida son tan agresivos como la marea en luna llena.
No quedó más que habitar el insoportable despertar.