Tu piel es el pálido nácar,
Eres tesoro entre artesanos,
La más hermosa joya perlada,
Que pudiera forjar este humano.
Tus frondosas y blancas colinas,
Donde nada se apaga o se olvida,
En mi mente están grabadas,
Y en mis manos me dan vida.
Muñeca de fina porcelana;
Que me buscas sin decir nada,
Tu me encuentras en mis sueños,
En ellos siempre apasionada.
Vienes y tocas mi ventana,
Y me dejas una nota diciendo:
No te olvidaré por nada,
Y al asomarme estás huyendo.
El viento mismo se afana,
Pues eres su princesa alada,
Y tu juegas a las escapadas,
En sus corrientes apresuradas.
Las estrellas me muestran que
Dejarás tu aroma en mi camino,
En mis mañanas serás café,
Y en mis desvelos serás el vino.
Tus cabellos serán mi abrigo
Y en las noches frías me dirías:
No te apartes, quédate conmigo.
Así lo he visto en mi epifanía.
M.