Antes me hablabas
cuando tus desvelos
añoraban vuestro encuentro,
cuando el arcoíris brillaba
al triunfo de nuestras miradas,
cuando los péndulos de tu cabello
se erizaban, cuando tus
labios enrojecían, y tus
ojos parpadeaban,
y tus diminutas mejillas
seducían; ahora
el cielo conspira por
cuando menos una
sola llamada.