En un rincón del callejón
una guitarra suena
elevando su Quejio;
que, como una oración,
saluda a la luna llena
que despìerta en silencio.
Tras de una reja florida
una madre canta una bulería
para, a su pequeño, dormir.
“Duérmete, mi vida,
duerme, prenda mía;
que las estrellas van a salir”
A la tenue luz de unos farolillos
las manos de unas niñas revolotean
como palomas con las nubes jugando;
mientras que unos chiquillos
que, con palmas las jalean,
de ells se están enamorando.
Callejones de mi Andalucía;
mágicos rincones encantados
donde cantan los gorriones;
callejones pintados de blanca alegría;
con sus patios encàlados
donde suspiran los corazones